VÍA RAYCO. 3ª PARTE

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Copiado del Facebook de Javier Martín-Carbajal 

No hace falta irse muy lejos de Tenerife para vivir auténticas aventuras en pared. Desde que el escalador canarión Juan Carlos Arocha abriese en 1997 la «Rayco» en Ayacata, esta se convirtió en una ruta de envergadura, seguramente la más larga de Gran Canaria y, sin duda, una de las más difíciles: la dificultad en escalada artificial, la exposición de sus pasos en libre, la mala calidad de la roca, la escasez de expansiones (sólo diez en 300 metros)… ha hecho que después de 20 años no cuente más que con la ascensión de su aperturista que, además, la abrió en solitario, ¡¡Olé tus hu…. sr. Arocha!!.

Cuando nos propusimos repetir esta ruta sabíamos que se trataría de un gran reto. Lo planificamos en estilo bigwall, fijando cuerda, durmiendo en pared, transportando todo lo necesario para pasar varios días «colgados».

Cuando le contamos a Arocha nuestros planes, no pudo sentirse más emocionado, él, que es todo pasión, subió a Ayacata antes que nosotros llegásemos, no se quería perder ni un detalle. Una vez a pie de pared, antes de empezar la vía, observamos como un halcón tagarote sobrevolaba encima de nosotros… mmmmhhhh… .

Conforme escalábamos íbamos experimentando que cuando Arocha dice que un paso es expuesto, es realmente expuesto… .Por encima de nosotros, a la altura de la quinta reunión, el halcón, entre chillidos y reclamos, entraba y salía de una cueva, signos evidentes de que allí arriba tenía su nido. Estábamos escalando a buen ritmo y al llegar a la tercera reunión, en una pequeña repisa, me encontré con restos de palomas cazadas por el halcón, ¡estábamos en uno de sus comederos!.

Cuando Raúl llegó a la reunión y viendo aquello expresó su opinión: «no me gustaría molestar al halcón y sentirnos atacados por entrar en su terreno». A mí tampoco. Sin pensarlo dos veces y haciendo acto de coherencia decidimos bajarnos de la pared y dejar que la vida siguiera su curso sin estorbos caprichosos, no por cumplir nuestro sueño podemos poner en peligro la nidada de esta especie (ni de ninguna). No pasa nada, rápido cambio de planes, Ayacata es todo roca con un montón de vías llenas de historia. Los días posteriores fueron de auténtico subidón Ayacatero. Sin duda lo contaré, porque mereció la pena.

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